
Historia de Ale y el pingüino
Había una vez en la hermosa ciudad de Granada, una niña curiosa y aventurera llamada Alejandra. A sus 7 años, Alejandra soñaba con viajar más allá de las montañas que rodeaban su hogar, deseando explorar los rincones más remotos del mundo.
Un día, sus padres le dieron la sorpresa de su vida: un viaje a la Antártida. Alejandra no podía creer que visitaría el continente helado, el lugar de los pingüinos y las vastas extensiones de hielo.
Tras un largo viaje, Alejandra se encontró de pie en la orilla de un mundo blanco y brillante. Mientras caminaba cautelosamente sobre la nieve crujiente, vio algo moverse a lo lejos. Con pasos pequeños y decididos, se acercó y descubrió a un pingüino emperador que la miraba con curiosidad.
El pingüino era diferente a cualquier criatura que Alejandra hubiera visto antes. Tenía un andar gracioso y un canto que sonaba como una canción antigua. Alejandra y el pingüino se hicieron amigos al instante, comunicándose a través de risas y bailes.
El pingüino le mostró a Alejandra cómo deslizarse sobre el hielo, cómo pescar en los agujeros de hielo y le contó historias de las auroras que bailaban en el cielo nocturno antártico. Alejandra le enseñó palabras en español y le habló de su querida Granada.
Cuando llegó el momento de partir, Alejandra prometió a su amigo que volvería. Regresó a Granada con historias increíbles y el corazón lleno de recuerdos de su amigo pingüino y su mágico hogar en la Antártida.
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