
Historia de Ale y el pelícano
Había una vez una niña de 7 años llamada Alejandra que vivía en una ciudad cerca de la costa. Alejandra era curiosa y aventurera, y le encantaba explorar la naturaleza que rodeaba su hogar. Un día, viajó a Canadá y mientras paseaba por la playa con su familia, vio algo que captó su atención: un grupo de pelícanos descansando en las rocas cercanas.
Con los ojos llenos de asombro, Alejandra se acercó sigilosamente, tratando de no asustar a las majestuosas aves. Uno de los pelícanos, más grande y de aspecto amigable, se percató de su presencia. En lugar de volar, el pelícano se quedó quieto, observando con curiosidad a la pequeña intrusa.
Alejandra se detuvo a una distancia segura y se sentó en la arena, mirando al pelícano. Para su sorpresa, el pelícano comenzó a acercarse lentamente hacia ella. Con cada paso que daba, Alejandra podía ver más detalles: sus grandes ojos, el pico largo y ancho, y las patas palmeadas que dejaban huellas en la arena.
El pelícano se detuvo justo frente a Alejandra y, con un gesto suave, extendió su ala como si quisiera mostrarle algo. Alejandra entendió que el pelícano la estaba invitando a ver su hábitat. Con cuidado, se levantó y siguió al pelícano, que la guió a través de un sendero oculto entre las dunas.
Llegaron a una laguna escondida, un lugar mágico donde otros pelícanos nadaban y pescaban. Alejandra observó fascinada cómo los pelícanos se zambullían en el agua y emergían con peces brillantes en sus picos. El pelícano que la había llevado allí se posó a su lado, como si disfrutara de la compañía de la niña.
Alejandra pasó toda la tarde en la laguna, aprendiendo sobre los pelícanos y su forma de vida. Cuando el sol comenzó a ponerse, sabía que era hora de regresar. Se despidió de su nuevo amigo con una sonrisa y una promesa de volver a visitarlo.
Desde ese día, Alejandra y el pelícano se convirtieron en amigos inseparables. Cada vez que visitaba la laguna, el pelícano la recibía con un cálido saludo. Alejandra nunca olvidaría la lección que aprendió: la naturaleza está llena de maravillas y amistades inesperadas.
Y así termina la historia de Alejandra y el pelícano, un recuerdo que siempre llevaría en su corazón.
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