Historia de Ale y el delfín en el mar

Historia de Ale y el delfín

Érase una vez una niña de 7 años llamada Alejandra que vivía en una pequeña isla rodeada de mar. A Alejandra le encantaba el mar y siempre soñaba con nadar con los delfines. Un día, su padre, que era pescador, le dijo que la llevaría a ver un lugar muy especial donde había muchos delfines. Alejandra se puso muy contenta y se preparó para la aventura.

Al día siguiente, Alejandra y su padre subieron a su barco y se alejaron de la costa. Después de navegar un rato, llegaron a una bahía donde el agua era cristalina y se veían muchos peces de colores. Alejandra se asomó al borde del barco y vio algo que le hizo saltar de alegría: un grupo de delfines que saltaban y jugaban cerca de ellos.

  • ¡Mira, papá, son delfines! – exclamó Alejandra – ¿Puedo nadar con ellos?
  • Claro, hija, pero ten cuidado y no te alejes mucho – le dijo su padre – Los delfines son muy amigables, pero también son animales salvajes.

Alejandra se puso su traje de baño, su chaleco salvavidas y sus gafas de bucear. Luego, se tiró al agua con cuidado y se acercó a los delfines. Uno de ellos, que era de color gris claro y tenía una mancha blanca en la frente, se le acercó y le hizo un sonido como un silbido. Alejandra le sonrió y le tocó el hocico con suavidad. El delfín le devolvió el gesto y se puso a su lado. Alejandra sintió una conexión especial con él y decidió llamarlo Luna.

Alejandra y Luna se hicieron amigos enseguida. Luna le enseñó a Alejandra cómo nadar con él, cómo saltar sobre las olas y cómo comunicarse con otros delfines. Alejandra se lo pasó muy bien y aprendió muchas cosas sobre los delfines y el mar. Luna también se divirtió mucho con Alejandra y le mostró su afecto y su inteligencia.

Así pasaron varias horas, hasta que el padre de Alejandra le dijo que era hora de volver. Alejandra se despidió de Luna con un abrazo y le prometió que volvería a verlo pronto. Luna le hizo un silbido de despedida y le guiñó un ojo. Luego, se sumergió en el agua y desapareció.

Alejandra subió al barco y le contó a su padre todo lo que había vivido con Luna. Su padre la escuchó con atención y le dijo que estaba muy orgulloso de ella y de su amistad con el delfín. Alejandra le agradeció por haberle llevado a ese lugar tan maravilloso y le dijo que nunca lo olvidaría.

Y así termina la historia de Alejandra y Luna, una niña y un delfín que se conocieron en su hábitat natural y se hicieron amigos para siempre.


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