Historia de Ale y el burro en el campo

Historia de Ale y el burro

Alejandra era una niña de 7 años que vivía en un pueblo cerca del mar. Le gustaba mucho ir a la playa, jugar con sus amigos y leer libros de aventuras. Un día, su madre le dijo que iban a ir al campo a visitar a su abuelo, que tenía una granja con muchos animales. Alejandra se puso muy contenta, porque le encantaban los animales y quería verlos de cerca.

Cuando llegaron a la granja, su abuelo los recibió con un gran abrazo y les enseñó todos los animales que tenía: gallinas, conejos, ovejas, cabras, vacas y caballos. Alejandra los miraba con curiosidad y les daba de comer. Pero entre todos los animales, hubo uno que le llamó especialmente la atención. Era un burro pequeño y blanco, con las orejas grandes y la cola larga. Se parecía mucho a Platero, el burro del libro que estaba leyendo. Alejandra se acercó al burro y le acarició el lomo. El burro le miró con sus ojos dulces y le hizo un rebuzno.

  • ¿Cómo se llama este burro, abuelo? – preguntó Alejandra.
  • Se llama Nube, porque es blanco como una nube – respondió su abuelo.
  • ¿Puedo montar en él, abuelo? – pidió Alejandra.
  • Claro que sí, hija. Nube es muy manso y te llevará a donde quieras – dijo su abuelo.

Así, Alejandra montó en Nube y se fue a dar un paseo por el campo. Nube caminaba despacio y tranquilo, mientras Alejandra le hablaba de sus cosas. Le contó que le gustaba el mar, que tenía muchos amigos y que quería ser exploradora. Nube la escuchaba con atención y le hacía algún que otro rebuzno. Alejandra se sentía muy feliz y cómoda con Nube. Era como si fueran amigos de toda la vida.

Durante el paseo, Alejandra y Nube vieron muchas cosas bonitas: flores de colores, pájaros que cantaban, mariposas que volaban, árboles que daban sombra. También se encontraron con otros animales, como un perro que ladraba, un gato que maullaba, una ardilla que trepaba y una tortuga que se escondía. Alejandra y Nube los saludaban y seguían su camino.

Al final del paseo, Alejandra y Nube llegaron a un río. El agua estaba fresca y cristalina, y se oía el sonido de una cascada. Alejandra se bajó del burro y se acercó al río. Alejandra se quitó los zapatos y se metió en el agua. Nube hizo lo mismo y se refrescó el cuerpo. Alejandra y Nube jugaron en el agua, se salpicaron y se rieron. Después, se tumbaron en la orilla y se secaron al sol. Alejandra le dio un abrazo a Nube y le dijo:

  • Gracias por este día tan bonito, Nube. Eres el mejor burro del mundo.
  • Gracias a ti por tu cariño, Alejandra. Eres la mejor niña del mundo – le respondió Nube con un rebuzno.

Y así, Alejandra y Nube se quedaron dormidos, soñando con más aventuras juntos.


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