Historia de Ale y el armiño en el gran bosque

Historia de Ale y el armiño

La niña se llamaba Alejandra y le encantaban los animales. Un día, su padre la llevó a un parque natural donde había muchos tipos de animales salvajes. Alejandra estaba muy emocionada y quería verlos todos. Su padre le dijo que tuviera cuidado y que no se alejara mucho de él, porque algunos animales podían ser peligrosos.

Alejandra caminaba por el parque con su padre y veía a los ciervos, los jabalíes, los zorros y las águilas. Le gustaban mucho, pero quería ver algo más especial y diferente. Entonces, se fijó en un cartel que decía: “Armiños. Cuidado, son muy escurridizos”. Alejandra se preguntó qué era un armiño y le pidió a su padre que le llevara a verlos.

Su padre le explicó que los armiños eran unos animales muy pequeños y bonitos, que tenían el pelo blanco en invierno y marrón en verano. Le dijo que eran muy inteligentes y ágiles, y que se alimentaban de roedores y pájaros. Le advirtió que no era fácil verlos, porque se escondían muy bien entre las rocas y la vegetación.

Alejandra se quedó con muchas ganas de ver un armiño y le dijo a su padre que quería intentarlo. Su padre le dijo que vale, pero que no se separara de él y que fuera muy silenciosa, para no asustarlos. Ella asintió y se puso a buscar con mucha atención.

Después de un rato, Alejandra vio algo que se movía entre unos arbustos. Era un armiño. Alejandra se quedó maravillada al verlo. Era muy pequeño y tenía el pelo marrón con una mancha blanca en el pecho. Tenía unos ojos negros muy brillantes y una cola larga y peluda. Pensó que era el animal más bonito que había visto en su vida.

Alejandra se acercó muy despacio al armiño, sin hacer ruido. El armiño la miró con curiosidad, pero no se asustó. Ella le sonrió y le habló con voz suave.

  • Hola, armiño. ¿Cómo te llamas? Yo me llamo Alejandra y me gustas mucho. Eres muy bonito y simpático. ¿Quieres ser mi amigo?

El armiño no entendía lo que decía Alejandra, pero le gustó su tono de voz y su actitud. El armiño se acercó un poco más a Alejandra y le olisqueó la mano. Ella sintió una cosquilla y se rio. El armiño también se rio y le lamió los dedos. Alejandra se sintió muy feliz y le acarició la cabeza al armiño.

  • Eres muy suave y calentito. ¿Te gusta que te acaricie? A mí me gusta mucho. Eres muy dulce y cariñoso.

El armiño se dejó acariciar y se frotó contra su mano. Ella le cogió en brazos y le abrazó. El armiño se acomodó en su regazo y ronroneó. Alejandra se sintió muy afortunada y le dio un beso al armiño.

  • Te quiero, armiño. Eres mi nuevo amigo. ¿Te quieres quedar conmigo?

El armiño no sabía lo que significaba quedarse con Alejandra, pero le gustaba estar con ella. El armiño le miró a los ojos y le hizo un gesto de asentimiento. Alejandra se puso muy contenta y le dijo al armiño.

  • ¡Qué bien! Me alegro mucho de que quieras estar conmigo. Vamos a jugar y a pasarlo muy bien juntos. ¿Qué te parece?

El armiño le hizo otro gesto de asentimiento y le mordió suavemente la oreja. Ella se rio y le hizo cosquillas al armiño. El armiño se revolvió y le mordió el pelo. Alejandra y el armiño se pusieron a jugar y a reír. Se lo estaban pasando muy bien.

Su padre los vio desde lejos y se sorprendió al ver que Alejandra había hecho amistad con un armiño. Se acercó a ellos y les saludó.

  • Hola, Alejandra. Hola, armiño. Veo que os habéis hecho amigos. ¿Qué tal lo estáis pasando?

Alejandra le miró a su padre y le dijo con mucha ilusión.

  • Papá, papá, mira qué armiño más bonito. Se llama… se llama… bueno, no sé cómo se llama, pero es mi amigo. ¿Puedo quedármelo?

Su padre se quedó pensando y le dijo.

  • Alejandra, me alegro mucho de que hayas encontrado un amigo, pero los armiños son animales salvajes y no pueden vivir con nosotros. Necesitan estar en su hábitat natural, con otros armiños y con su comida. Si te lo llevas, lo harás infeliz y puede que se ponga enfermo.

Alejandra se puso triste y le dijo a su padre.

  • Pero papá, yo lo quiero mucho y él me quiere a mí. No quiero separarme de él. ¿No podemos hacer algo para estar juntos?

Su padre le sonrió y le dijo a Alejandra.

  • Alejandra, yo sé que lo quieres mucho y que él te quiere a ti, pero a veces hay que hacer lo mejor para los que queremos, aunque nos duela. Lo mejor para el armiño es que se quede aquí, con su familia y su entorno. Tú puedes venir a visitarlo cuando quieras, pero no puedes llevártelo. ¿Lo entiendes?

Ella lo entendió, pero le costó aceptarlo. Le dio un abrazo al armiño y le dijo.

  • Lo siento, armiño. No puedo quedarme contigo. Tienes que vivir aquí, con los tuyos. Pero no te olvides de mí, porque yo no me olvidaré de ti. Te quiero mucho y te echaré de menos. Adiós, amigo.

El armiño también lo entendió, pero le dio pena. Le dio un lametón a Alejandra y le dijo.

  • No te preocupes, Alejandra. Yo tampoco puedo quedarme contigo. Tengo que vivir aquí, con los míos. Pero no te olvidaré, porque tú eres mi amiga. Yo también te quiero mucho y te echaré de menos. Adiós, amiga.

Alejandra y el armiño se despidieron con mucho cariño y se separaron. Alejandra se fue con su padre y el armiño se fue con su familia. Se miraron una última vez y se sonrieron. Se habían conocido por casualidad, pero se habían hecho amigos para siempre. 🥰


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