Canguro
Los canguros son unos animales muy grandes y bonitos que tienen una bolsita en la barriga donde llevan a sus bebés. Los canguros solo viven en un país que se llama Australia, que está muy lejos de aquí.

Allí hay muchos desiertos y bosques donde los canguros pueden saltar y correr. Los canguros son muy importantes para la naturaleza y el ser humano porque nos ayudan de muchas formas. Por ejemplo, los canguros comen plantas que otros animales no pueden comer, y así limpian el suelo y el aire.

Los canguros son muy inteligentes y cariñosos, y se llevan bien con las personas y otros animales. Los canguros son muy curiosos y divertidos., pueden saltar hasta tres metros y correr muy rápido, hasta los 70 kilómetros por hora.
También me gusta ver cómo cuidan de sus bebés, que se llaman joeys, y que son muy pequeñitos cuando nacen, como una nuez. Los canguros tienen muchos colores y tamaños, hay unos que son rojos, otros que son grises, y otros que son negros.

¿Te gustaría saber más cosas sobre los canguros? Los canguros son unos animales muy especiales y sorprendentes, ¿no crees?

¿Qué sentí cuando lo vi?
«Cuando llegué al parque natural, estaba muy emocionada. Había visto fotos de los canguros, pero nunca los había visto en persona. Me parecían unos animales muy graciosos y simpáticos, con sus grandes orejas, sus ojos negros y su bolsa en la barriga. Quería verlos de cerca y tocarlos, pero mi mamá me dijo que teníamos que respetar su espacio y no molestarlos.
Caminamos por un sendero rodeado de árboles y plantas. De repente, vi algo moverse entre la hierba. Era un canguro, que saltaba con mucha agilidad y rapidez. Me quedé boquiabierta, no podía creer lo que veía. Era mucho más grande de lo que pensaba, y tenía una cola muy larga y fuerte. Me pareció muy bonito y elegante, como un bailarín.
El canguro se paró a unos metros de nosotros y nos miró con curiosidad. Yo le sonreí y le dije hola con la mano. Él inclinó la cabeza y movió las orejas. Me dio la impresión de que era muy inteligente y amigable. Me entraron muchas ganas de acercarme a él, pero recordé lo que me había dicho mi mamá y me quedé quieta.
El canguro se quedó un rato más observándonos, y luego siguió saltando hacia otro lado. Yo lo seguí con la mirada hasta que desapareció entre los árboles. Me sentí muy feliz y agradecida por haber tenido la oportunidad de ver a un canguro en su hábitat natural. Pensé que era un animal muy especial y que tenía mucha suerte de vivir en un lugar tan bonito y tranquilo. Me prometí a mí misma que siempre lo cuidaría y lo respetaría, y que volvería a visitarlo algún día.»
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