Ajolote
Los ajolotes son unos animales muy especiales que viven solo en un lugar del mundo: los lagos y canales de Xochimilco, cerca de la Ciudad de México.
Son como unas salamandras, pero nunca crecen y se quedan siempre como bebés. Tienen una piel suave y de muchos colores, unas branquias que parecen plumas y una sonrisa muy simpática.
También son importantes porque son parte de la cultura y la historia de México. Su nombre viene de un dios azteca llamado Xolotl, que se transformó en un ajolote para escapar de ser sacrificado. Muchas personas admiran a los ajolotes por su fuerza y su belleza.
Los ajolotes comen carne, como gusanos, insectos, crustáceos y peces pequeños. Les gusta cazar a sus presas con su boca grande y chuparlas. A veces también comen plantas acuáticas o restos de otros animales.
Son importantes para la naturaleza y el ser humano porque tienen unos poderes muy asombrosos. Pueden regenerar sus patas, su cola y hasta su corazón si se los cortan o se los lastiman.
También pueden reparar su cerebro y su médula espinal si se dañan. Y casi nunca se enferman de cáncer. Los científicos quieren estudiar cómo hacen todo eso para poder ayudar a las personas que tienen problemas de salud.
¿Qué sentí cuando lo vi?
“Cuando vi al ajolote, me pareció un animal muy raro y bonito. Era como una salamandra, pero con unas plumas en la cabeza que le salían de los lados. Tenía una piel de muchos colores, unas patas con dedos y una cola larga. Me miraba con sus ojos pequeños y redondos, y me hacía una sonrisa muy graciosa. Me acerqué con cuidado, y él no se movió.
Me dejó tocar su piel suave y húmeda, y sentí su respiración. Me pareció que era muy dulce y muy inteligente, que sabía muchas cosas del agua y de la vida. Me contó que podía regenerar sus partes del cuerpo si se las cortaban, y que nunca crecía. Me dijo que era mi amigo, y yo le dije que era la mía. Fue un momento muy especial, y nunca lo olvidaré.”
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