
Historia de Ale y el tigre
Había una vez una niña llamada Alejandra, de tan solo siete años, que vivía en la hermosa ciudad de Granada, en España. Aunque había nacido en Madrid, su familia se mudó a Granada cuando ella era muy pequeña. Alejandra tenía una imaginación desbordante y siempre estaba ansiosa por vivir aventuras emocionantes.
Un día, sus abuelos decidieron llevarla de viaje a Asia. Ellos eran amantes de la naturaleza y querían compartir con Alejandra la belleza y la diversidad de ese continente. Así que, hicieron sus maletas y se embarcaron en una emocionante aventura.
Durante su viaje, visitaron exuberantes selvas, majestuosas montañas y antiguos templos. Pero lo que más sorprendió a Alejandra fue cuando llegaron a una región remota donde vivían tigres en su hábitat natural. Los abuelos de Alejandra le advirtieron que debía mantenerse a una distancia segura y no acercarse demasiado a los tigres.
Un día, mientras exploraban un bosque espeso, Alejandra escuchó un ruido entre los árboles. Sigilosamente, se acercó y vio a un tigre majestuoso. Sus ojos brillaban como esmeraldas y su pelaje anaranjado estaba salpicado de rayas negras. Alejandra estaba asombrada y aterrorizada al mismo tiempo.
El tigre la miró con curiosidad y, para sorpresa de Alejandra, no mostró signos de agresión. Se quedaron mirándose durante unos momentos, como si se entendieran sin palabras. Alejandra sintió una extraña conexión con el tigre y decidió llamarlo “Raj”.
A partir de ese día, Alejandra y Raj se volvieron inseparables. Jugaron juntos en los claros del bosque, exploraron cuevas y compartieron secretos. Raj la protegía de otros animales salvajes y, a cambio, Alejandra le contaba historias sobre su vida en España y su amor por los libros, la música y el deporte.
Cuando llegó el momento de regresar a casa, Alejandra estaba triste por dejar a su amigo tigre. Pero Raj le prometió que siempre estaría en su corazón y que algún día volverían a encontrarse.
Y así, la pequeña Alejandra regresó a Granada con una historia increíble que contar. Nadie en su cole podía creer que había conocido a un tigre en Asia. Pero Alejandra sabía que su amistad con Raj era real y que había vivido una aventura que nunca olvidaría.
Y así, cada noche, antes de dormir, Alejandra cerraba los ojos y recordaba a su amigo tigre, imaginando que estaban juntos nuevamente, explorando los bosques y compartiendo risas bajo la luna.
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