
Historia de Ale y el pulpo
Érase una vez una niña de 7 años llamada Alejandra que vivía en un pequeño pueblo cerca de la costa de España. Cuando iban a la playa, su casa estaba a pocos pasos del mar, y cada día, Alejandra se despertaba con el sonido de las olas rompiendo contra las rocas.
Alejandra tenía una imaginación desbordante. Soñaba con aventuras marinas y criaturas mágicas que habitaban en las profundidades del océano. Su abuelo le contaba historias sobre sirenas, tesoros escondidos y pulpos inteligentes que vivían en las grutas submarinas.
Un verano, cuando el sol brillaba con fuerza y las gaviotas danzaban en el cielo, los padres de Alejandra decidieron llevarla de vacaciones a una isla remota frente a la costa. El lugar estaba rodeado de aguas cristalinas y acantilados escarpados. Era el paraíso para cualquier amante del mar.
Una mañana, mientras exploraban la costa rocosa, Alejandra vio algo asombroso: un pulpo gigante emergiendo de una cueva submarina. Sus tentáculos se retorcían y se estiraban, como si saludara a la niña. Alejandra quedó hipnotizada por la belleza y la gracia de la criatura.
El pulpo tenía ojos grandes y curiosos. Se acercó lentamente a Alejandra, como si supiera que ella no era una amenaza. La niña extendió su mano hacia él, y el pulpo la tocó con uno de sus tentáculos suaves. Fue un momento mágico.
Desde entonces, Alejandra visitaba al pulpo todos los días. Le llevaba conchas y pequeños tesoros que encontraba en la playa. El pulpo parecía disfrutar de su compañía. Juntos, exploraban las grutas submarinas, nadaban entre las algas y compartían secretos que solo el mar y sus criaturas conocían.
Los padres de Alejandra también se maravillaron con el pulpo. Aprendieron sobre su inteligencia, su capacidad para cambiar de color y su habilidad para resolver problemas. El pulpo se convirtió en parte de la familia durante esas vacaciones inolvidables.
Cuando llegó el momento de regresar a casa, Alejandra se despidió del pulpo con lágrimas en los ojos. Prometió volver algún día y seguir explorando el mundo submarino juntos. El pulpo asintió con su cabeza bulbosa, como si entendiera sus palabras.
Y así, la historia de Alejandra y el pulpo se convirtió en una leyenda en la pequeña aldea de la isla. Los lugareños decían que el amor y la amistad entre una niña y un pulpo eran un regalo del mar, una prueba de que la magia existía en los rincones más inesperados del mundo.
Hasta el día de hoy, Alejandra sigue soñando con el pulpo y las profundidades del océano.
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