El castor en su hábitat natural

«Un día fui al bosque con mi mamá
y vi algo que me sorprendió.
Era un castor que nadaba
con su cola plana y su pelo marrón.

Me acerqué a él y le dije hola
y él salió del agua para saludarme.
Tenía unos dientes muy grandes
y una nariz muy simpática.

Le pregunté cómo se llamaba
y él me dijo que se llamaba Río.
Le pregunté qué le gustaba hacer
y él me dijo que le gustaba construir.

Me enseñó su casa en el río
y me invitó a entrar con él.
Me dijo que era muy cómoda
y yo le dije que era muy bonita.

Jugamos un rato en el río
y nos hicimos muy amigos.
Él me dijo que le gustaba el agua
y yo le dije que me gustaba el viento.

Nos dimos un beso de despedida
y él me dijo que volvería a verme.
Yo le dije que lo esperaría
y él se fue con su cola plana.

Me fui al bosque con mi mamá
y encontré algo que me llenó de alegría.
Fue un castor que se hizo mi amigo
y que me enseñó a amar la naturaleza.
«


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